Nada que festejar

Buenos Aires, 2 de octubre de 2007 (Agencia Walsh, por Héctor Sánchez). Las recientes elecciones en la Utpba dejan un campo muy interesante para el análisis, en especial de cara al futuro de una conducción gremial que persiste en la mentira, pero también en un triunfalismo típico de las burocracias sindicales, y en una metodología en la cual no suele haber espacio para las miradas cuestionadoras.

A tres semanas de la brutal agresión contra Tomás Eliaschev, trabajador de la Editorial Perfil, episodio sobre el que los mandos de la Utpba aún no emitieron el correspondiente repudio ni tampoco han hablado de esclarecer ese hecho vergonzante, para sus principales dirigentes parece ser tiempo de un poco comprensible festejo, además de una novedosa incursión por la floricultura.

Un verborrágico comunicado de la lista Celeste y Blanca habla de un "contundente triunfo en las elecciones de los Periodistas-comunicadores Sociales...al obtener el 86,4% de los votos, siendo éste el porcentaje más amplio en la historia de esta organización que la Celeste y Blanca obtiene en un comicio".

La realidad es bien diferente: Sin posibilidad legal de seguir organizando cumpleaños con lista única, la lista oficialista perdió mil votos respecto de las elecciones de 2004, pero con un nuevo padrón engordado con el alimento balanceado que Cavalieri, West Ocampo y Lescano venden directo de fábrica, padrón que ahora tiene 2.000 afiliados más.

De 4.200 colaboradores empadronados (entre medios gráficos, radiales y de TV), sólo votaron 1.200. Pero con excepciones de ésas que merecen un lugar en el memorial del viejo vandorismo: en una FM de Florencio Varela, en donde no hubo fiscales de la lista opositora, de 45 colaboradores "afiliados", votaron los 45 (¡asistencia perfecta, premio doble!), con el previsible resultado de 45 a 0.

En este punto hay que detenerse: ¿cuántos buenos compañeros que votaron a la lista oficialista y avalaron con ello sus métodos, verdaderos laburantes de prensa y firmas de prestigio en los medios, han escrito notas y notas, y han hecho largos comentarios al micrófono contra estas prácticas miserables? ¿O estas cosas son deleznables y repudiables sólo cuando las hacen los "gordos" cegetistas, y elogiables cuando se las perpetra en nombre del "progresismo"?

Lo mismo pasó con la paliza a Tomás Eliaschev, en donde parece que las patotas son malísimas cuando tienen procedencia en los dirigentes corruptos y traidores de la tradicional burocracia sindical, pero avalables si agraden en nombre de "un gremio que construye".

El comunicado de la Utpba festeja por ejemplo haber triunfado en Clarín, pero no se les cae la cara de vergüenza (ni tampoco lo mencionan en el texto de marras) que en una empresa de 1.200 trabajadores, votaron sólo ¡25!, de los cuales el 22 % lo hizo por la lista opositora. En Página 12, bastión histórico del oficialismo, de 133 afiliados, votaron sólo 49, con 28 votos que no avalaron a la conducción de la Utpba.

Párrafo aparte merece, sin dudas, otro de los comunicados oficiales, en donde se lee que "periodistas colaboradores de medios gráficos y audiovisuales, de sitios y portales de la WEB y reporteros gráficos concurrieron masivamente a votar a las 0 horas (sic) del jueves 27, con el hecho original de que cada uno de ellos concurrió con un clavel blanco en la mano".

El texto recuerda que "cuando la derecha ligada a la dictadura no quería reconocer a los Colaboradores, y nos agredía legal y físicamente, también un grupo de compañeros concurrió a sufragar con claveles y un documento donde explicábamos claramente que no debía hacerse ningún tipo de discriminación entre los colegas que trabajamos en los pequeños medios y los que lo hacían en las grandes empresas".

Y culmina, hilarante: "Al iniciarse el comición (sic) varios periodistas gritaron: "¡¡Viva la democracia sindical!!" y mostraban sus claveles mientras votaban".

Es decir que la misma conducción que quiso proscribir a una lista opositora, y que tuvo que reconocer finalmente los "avales truchos" que en principio denostaba, reivindica la "democracia sindical". Es que hay democracias que son muy buenas, especialmente cuando eliminan competidores de un plumazo y establecen la lista única. Está bien, parece ser el lema de esta gente, muchas veces votaremos solos, pero somos recontra demócratas sindicales.

Otra omisión de la historia oficial contada por la lista oficialista es aquella en donde no se revela a sus afiliados cotizantes cuánto le costó al gremio el alquiler de la flota de taxis que desembarcaba pasajeros en la puerta de la sede de la calle Perón, en donde votaban colaboradores y jubilados, autos que esperaban en la playa de estacionamiento ubicada frente a esa sede para salir prestos a buscar nuevos pasajeros-votantes. Sí, es cierto, en este caso la peor opinión es el silencio.

De cara al futuro, es más que interesante la posición de muchísimos compañeros de distintas empresas y también muchos colaboradores y ex colaboradores que, descontando el triunfo del oficialismo, destacaron en los días previos a las elecciones las posibilidades de construcción y de lucha que se abren después de estos comicios.

Ese será el desafío para el futuro, el compromiso con una democracia sindical real y la defensa de los compañeros de TODAS las empresas, abandonados por esta conducción que festeja en los comunicados de prensa, pero que hacia adentro sabe que muchas cosas van a empezar a cambiar. Tal vez por eso esta vez se "olvidaron" de montar el cotillón habitual al finalizar el escrutinio, y no había un solo "militante" de la Celeste y Blanca en la puerta a esa hora de la madrugada. Es que en los hechos, lo demostraron esa noche, no tienen nada que festejar.