Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.
(este es el primer texto que leí en mi vida de Juan Gelman -flamante Premio Cervantes. ¿Qué puedo decir de este tipo?)
nunca entendí que una persona combine esa pregonada sensibilidad de poeta con la tendencia a la violencia y a la muerte que caracterizaron a él y sus compañeros Montoneros en los '70.
ResponderEliminarbueno... también Hitler pintaba cuadros y amaba la naturaleza...
jorge
Salud, a este gran poeta y militante!!!
ResponderEliminarMenos mal que aún se le pueden hacer en vida estos homenajes a gente tan grossa como Gelman, y no tener que recordarlo sesgadamente como se ha hecho hace poco con Rodolfo Walsh...
También se debe reivindicar su compromiso militante, del que este gran periodista y poeta no se arrepiente ni oculta, como sí quieren hacer los medios que hoy lo halagan y hace pocos años lo tildaban de "terrorista" por haber sido integrante de una agrupación política.
gracias viejo, nada mas
ResponderEliminarel muchacho anonimo, el primero, es videla? o un pariente de el
otra vez gracias juan
Si alguien tiene a mano el extraordinario poema "Zapatitos", de Gelman, y lo postea, gracias miles desde ya.
ResponderEliminarZapatitos-Juan Gelman
ResponderEliminarEn un campo de concentración próximo a Varsovia es conservado un duro testimonio de la guerra pasada: una montaña de zapatitos de pibe
Zapatitos blancos de pibe
Zapatitos negros de pibe
Zapatitos rojos de pibe
Zapatitos sanos de pibe
Zapatitos rotos de pibe
Zapatitos de pibe
Zapatitos
Una montaña de zapatitos
Negros, blancos, rojos, sanos, rotos
Una montaña de sombra en la mañana
Una cuña de luto clavada en la entraña de Polonia
Oídme bien:
El sol en todas partes, en cualquier parte
Pero hay una montaña de sombra en la mañana.
Una cuña de luto clavada en la entraña de Polonia
Una montaña con sabor de camino
hacia a escuela interrumpido
con sabor de carrera hacia el refugio
con sabor a calesita abandonada
con sabor de pequeñas preguntas sin respuestas.
Zapatitos de pibe no van a ningún lado
Tus pasos en espera no van a ningún lado.
El trompo, el barrilete, no van a ningún lado.
Las veredas preguntan: ¿No van a ningún lado?
Las escuelas preguntan: ¿No van a ningún lado?
Mi corazón pregunta esperanzado: ¿No van a ningún lado?
Se quedan simplemente.
Ahora son una montaña de sombra en la mañana.
Una cuña de luto clavada en la entraña de Polonia
Ah! Montaña que pesas
Ah! Que saberte quieta me hace daño
Ah que me parte tu viudez de piernas
De piernas que hace mucho no van a ningún lado
Cómo quisiera despertarte ahora
Cómo quisiera verte caminando
Qué falta le hacen a mi amor los pibes
Los pibes que hace mucho no van a ningún lado.
Una mañana de estas
Una mañana clara sin montañas de sombra
Una mañana aquí en la ciudad en un colectivo
La tarifa, letreros, el retrato de Carlos Gardel,
Flores sobre una guitarra de vidrio,
La fotografía dominguera de una pareja
Y al lado, un zapatito
Un zapatito de pibe. Blanco.
No pude más,
Mi grito abrió en un tajo la mañana.
Los zapatitos de pibe en su lugar.
Que lo vayan sabiendo
El zapatito blanco en su lugar.
Que lo vayan sabiendo los señores.
El zapatito negro en su lugar.
Que lo vaya sabiendo el mercader de vidas.
El zapatito sano en su lugar.
Que lo vaya sabiendo el mercader de muertes.
El zapatito roto en su lugar.
Que lo vaya sabiendo el mercader de guerras.
Los zapatitos de pibe en todas partes
En cualquier parte.
Menos una cuña de luto
Clavada en la entraña de mi tierra
Los zapatos de pibe en su lugar
Que lo vayan sabiendo.
En su lugar de aurora y carne nueva
En su lugar.
Para disfrutar...
BERP
Gracias!!!
ResponderEliminarGenial
ResponderEliminarmejor no decir, sólo leerlo, escucharlo, disfrutarlo y aprender...
ResponderEliminarLa cosa
Bajo las líneas que aquí yacen
hay una criatura acostumbrada a combatir
contra el dolor, contra la muerte.
Tal vez por ello amó melodramas,
historias lamentables de sus contemporáneos
con desesperación, como se dice.
Como un borracho lento caminó por las calles,
tambaleó sosteniendo el peso de la vida,
de su rostro sólo supo cómo ya no iba a ser.
Ese rostro besaba entre el oleaje de la noche.
Cosas
los atacantes del amor
enmascarados por el mundo
asaltan en la calle
cuidado son terribles
aman como porfiados
quieren de pura voluntad
o la memoria les funciona
de modo tal que les importa nada
el odio el gran castigo
y besan contra todo
contra todos también confiando
que alguna vez alguien alguno
empuñe su ternura
empiece a fusilar
Juan Gelman - Debí decir te amo - Planeta, 1997
Grande, Clandestina!!!
ResponderEliminar(Debo confesar que en vísperas del Cervantes me hubiese gustado ver premiado a Benedetti, pero al ver que se lo dan al maestro de "Gotán", noto que es el único que lo merecía, en mi escalafón, por encima del gran Mario)
Agrego una perlita de otro que desde donde esté debe estar emocionado por Gelman: Raúl González Tuñón, que le prologó el primer libro, "Violín y otras cuestiones":
ResponderEliminarLa luna con gatillo
Es preciso que nos entendamos.
Yo hablo de algo seguro y de algo posible.
Seguro es que todos coman
y vivan dignamente
y es posible saber algún día
muchas cosas que hoy ignoramos.
Entonces, es necesario que esto cambie.
El carpintero ha hecho esta mesa
verdaderamente perfecta
donde se inclina la niña dorada
y el celeste padre rezonga.
Un ebanista, un albañil,
un herrero, un zapatero,
también saben lo suyo.
El minero baja a la mina,
al fondo de la estrella muerta.
El campesino siembra y siega
la estrella ya resucitada.
Todo sería maravilloso
si cada cual viviera dignamente.
Un poema no es una mesa,
ni un pan,
ni un muro,
ni una silla,
ni una bota.
Con una mesa,
con un pan,
con un muro,
con una silla,
con una bota,
no se puede cambiar el mundo.
Con una carabina,
con un libro,
eso es posible.
¿Comprendéis por qué
el poeta y el soldado
pueden ser una misma cosa?
He marchado detrás de los obreros lúcidos
y no me arrepiento.
Ellos saben lo que quieren
y yo quiero lo que ellos quieren:
la libertad, bien entendida.
El poeta es siempre poeta
pero es bueno que al fin comprenda
de una manera alegre y terrible
cuánto mejor sería para todos
que esto cambiara.
Yo los seguí
y ellos me siguieron.
¡Ahí está la cosa!
Cuando haya que lanzar la pólvora
el hombre lanzará la pólvora.
Cuando haya que lanzar el libro
el hombre lanzará el libro.
De la unión de la pólvora y el libro
puede brotar la rosa más pura.
Digo al pequeño cura
y al ateo de rebotica
y al ensayista,
al neutral,
al solemne
y al frívolo,
al notario y a la corista,
al buen enterrador,
al silencioso vecino del tercero,
a mi amiga que toca el acordeón:
-Mirad la mosca aplastada
bajo la campana de vidrio.
No quiero ser la mosca aplastada.
Tampoco tengo nada que ver con el mono.
No quiero ser abeja.
No quiero ser únicamente cigarra.
Tampoco tengo nada que ver con el mono.
Yo soy un hombre o quiero ser un verdadero hombre
y no quiero ser, jamás,
una mosca aplastada bajo la campana de vidrio.
Ni colmena, ni hormiguero,
no comparéis a los hombres
nada más que con los hombres.
Dadle al hombre todo lo que necesite.
Las pesas para pesar,
las medidas para medir,
el pan ganado altivamente,
la flor del aire,
el dolor auténtico,
la alegría sin una mancha.
Tengo derecho al vino,
al aceite, al Museo,
a la Enciclopedia Británica,
a un lugar en el ómnibus,
a un parque abandonado,
a un muelle,
a una azucena,
a salir,
a quedarme,
a bailar sobre la piel
del Último Hombre Antiguo,
con mi esqueleto nuevo,
cubierto con piel nueva
de hombre flamante.
No puedo cruzarme de brazos
e interrogar ahora al vacío.
Me rodean la indignidad
y el desprecio;
me amenazan la cárcel y el hambre.
¡No me dejaré sobornar!
No. No se puede ser libre enteramente
ni estrictamente digno ahora
cuando el chacal está a la puerta
esperando
que nuestra carne caiga, podrida.
Subiré al cielo,
le pondré gatillo a la luna
y desde arriba fusilaré al mundo,
suavemente,
para que esto cambie de una vez.
paipo, cómo te gusta hacer estos posts para que holden y clandestina entren a nelsoncastrear...sos guacho, eh?
ResponderEliminarNelson Castro nelsoncastrea.
ResponderEliminarClandes y un servidor verseamos, en el sentido poético del término.