Dice:
Hay hipocresía ideológica cuando alguien se rasga las vestiduras al oír que es necesario bajar la edad en que una persona puede ser imputada por un delito que comete, tal como lo expresó el intendente Cristian Breitenstein.
Lo cierto es que, en este tema, el único punto a discutir tiene que ver con qué nuevo límite de edad imponer. Lo otro (es decir, hablar de que lo importante es atacar las causas que obligan a los menores a delinquir) es obvio. Tan obvio como que la inseguridad ocurre hoy y ahora y no va a esperar treinta años hasta que alguien logre mejorar la Argentina de manera estructural, como para que los menores estén en las escuelas y no en las villas, consumiendo el alcohol y las drogas que les dan los mayores que los mandan a delinquir.
Porque éste es otro punto que no tienen en cuenta quienes se oponen a una nueva ley de Menores. Mientras éstos sean inimputables, seguirán en la mira de los mayores como herramientas intocables de sus intenciones delictuales.
Por supuesto que un menor no puede ser recluido en cárceles comunes, pero, ¿pueden seguir siendo devueltos a sus padres apenas son atrapados, por ejemplo, tras cometer robos con armas, como ocurre hoy?
La ideología podrá decir lo que quiera, la realidad de miles de vecinos que sufren diariamente a estas violentas "banditas" dice, seguramente, otra cosa.
En la misma edición de este miércoles del diario que adora leer la patota marinera y sus cómplices, se puede leer una larga crónica sobre las segundas jornadas que se hicieron en esa ciudad contra el trabajo infantil.
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