lunes, 26 de febrero de 2007

Sobre los errores y los correctores

Excelente la columna que firma el defensor del lector de El País José Miguel Larraya el domingo último y que se titula "Mandíbula de cristal".

El periodismo encaja mal las críticas. Tiene, como algunos buenos boxeadores, la mandíbula de cristal. Y por eso se protege. Los que tanto opinan, analizan, matizan, critican, reprueban, alaban y juzgan a los demás lo hacen, a veces, con faltas de ortografía. Y llegan los lectores, apasionados o no, y preguntan: ¿qué explicación tiene que este problema no se haya resuelto o, al menos, paliado cuando viene siendo criticado desde hace años, Defensor del Lector tras Defensor del Lector? ¿Cómo es posible tanta incuria, tanta dejadez y tanto descuido, tanta indiferencia, en suma?

Digo esto porque me lo escriben los lectores, porque la queja más reiterada que se recibe en el Defensor del Lector sigue siendo la relativa a la cantidad de errores, erratas o faltas de ortografía que aparecen en el diario. La relación de lectores que en estos meses han hecho llegar sus quejas sería larga, y los ejemplos, muy variados. Confieso que es un tema incómodo para cualquier periodista que admita que el idioma es nuestra principal herramienta de trabajo. Y lo malo es que el problema se acepta con una cierta, aunque incómoda, resignación. Como si fuera inevitable. Algo así como los accidentes de tráfico.

Recojo arbitrariamente algunos nombres de lectores que han hecho llegar sus quejas: Francisco Javier Álvarez García, con más de quince años de correspondencia con distintos defensores del lector; Fernando Corbalán, profesor de matemáticas y divulgador, que escribió sobre los errores que aparecen en gráficos, estadísticas y porcentajes. Una relación, en fin, descuidada con las cifras y los números.

El tono de las críticas no siempre es mesurado, pero tal vez la carta de Ricardo Génova resume el espíritu de la mayoría: "El motivo de mi correo es transmitirle mi malestar ante las continuas faltas de ortografía que se cometen en EL PAÍS desde hace algún tiempo. Creo recordar que hace un tiempo esto no ocurría, pero tengo que decir que últimamente se hace complicado leer un artículo sin encontrarse, además de con numerosos errores tipográficos, con inconcebibles faltas de ortografía".

"Creo que este tipo de errores son inaceptables y le restan calidad al diario. Además, creo que con los correctores lingüísticos de que disponen las aplicaciones informáticas actuales son fácilmente subsanables, lo que no exime a los redactores de la obligación de tener un mayor conocimiento de la ortografía de nuestra lengua y, por lo tanto, de no cometer estos errores".

El problema de los errores y las erratas es obviamente mayor en las primeras ediciones. En las siguientes se van corrigiendo. Y son los lectores de esas ediciones -Europa y Nacional- los que más quejas presentan.

Pero la pregunta que formulan los lectores sigue sin ser respondida. ¿Es éste un problema que no tiene solución? ¿Qué medidas se toman para paliar el problema?

El Defensor ha hecho una pequeña encuesta entre redactores, editores y correctores en busca de respuestas y lo que ha encontrado básicamente han sido explicaciones o, sencillamente, excusas. Pero también alguna sospecha y una duda. ¿Está descendiendo el nivel de formación de los periodistas, pese a haberse elevado a rango universitario los estudios de periodismo? ¿Podemos los periodistas, los periódicos, prescindir de los correctores?

La primera y obvia explicación y, posiblemente, única excusa para este problema es la urgencia. Se escribe deprisa, al límite del cierre de la edición. Los nuevos sistemas informáticos permiten al periodista apurar al máximo los plazos de entrega de sus textos. Esta costumbre, no siempre justificada y que a veces lo único que esconde es una deficiente organización del trabajo, propicia que se escriba con más erratas y errores.

Los nuevos sistemas informáticos cuentan con correctores lingüísticos y cualquier redactor puede, en pocos minutos, someter su texto a prueba. Pero, evidentemente, ningún sistema automático garantiza la limpieza del texto. Corrige los errores de bulto, ofrece alternativas, pero exige un poco de atención. Jamás distinguirá entre "sabia", "savia" y "sabía" y deberá ser el periodista el que tome la decisión.

¿Podemos los periodistas vivir sin correctores profesionales, esa red de seguridad que cada día se hace menos tupida, ese gremio que parece condenado a la extinción?

La respuesta empresarial es que los periodistas deben ser correctores, que es inaceptable que un profesional cualificado pida auxilio para que alguien limpie su trabajo u oculte sus carencias.

Este Defensor tiene dudas. La existencia de una sección de corrección no exime a los redactores de la obligación de tener un mayor y mejor conocimiento del idioma; no puede ser ni excusa ni coartada para la negligencia profesional que supone escribir con faltas. Los periodistas debemos asumir nuestras obligaciones y aceptar que se nos exijan responsabilidades. Lo que está en juego es la calidad del periodismo, la calidad del diario, una condición esencial para competir con otros medios, no sólo escritos. Los correctores han sido y son una garantía de que el talento que puedan contener las páginas del diario no se vea empañado por erratas y errores. Los que tenemos que corregir el problema somos los periodistas y la única solución, en mi opinión, es la disciplina que en este país siempre se ha tomado más como un castigo que como una virtud
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14 comentarios:

  1. muy buen post. me gustaría saber en qué diarios argentinos aún hay correctores.

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  2. Gabriel García Márquez26 de febrero de 2007, 8:25

    Mucho peor resulta el conformismo de un creciente número de lectores, a quienes no les importan las faltas de ortografía o tal vez no se dan cuenta de su presencia.

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  3. Papipo, te lo imaginás a Nelson haciendo una crítica de este tipo?? Qué diferencia, Dios mío...

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  4. Yo una vez le mandé un mail a Mariano del Mazo de Clarín por un error ortográfico y me contestó que ya no hay más correctores en Clarín.
    Cada vez que encuentro una falta de ortografía le mando un mail al periodista que lo escribió pero ni contestan, con excepción de quien mencioné antes.
    Creo que hasta ahora los que para mí "lideran el ranking" son www.minutouno.com.ar. y www.infobae.com.ar

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  5. No es sencillo el tema de las correcciones. Hay casos y casos y cada uno debe evaluarse de manera diferente.
    No es lo mismo un periodista que hace una o dos notas semanales de opinión (y que tiene tiempo de supuesta capacidad para corregir sus propios textos) que aquel al que mandan a cubrir un hecho de ultimo momento y debe investigar y escribir a las apuradas.
    Es muy comun esto ultimo en los grandes medios. A su vez, de manera inversamente proporcional, los correctores van volando de esos mismos medios.
    Hay un diario nacional muy importante que hoy en día no tiene correctores. Es un desproposito.

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  6. La respuesta empresarial es que los periodistas deben ser correctores, que es inaceptable que un profesional cualificado pida auxilio para que alguien limpie su trabajo u oculte sus carencias.

    Los empresarios podrían darse cuenta de que ellos son los responsables finales por las faltas de ortografía o cualquier otro error que se publique.
    Imaginate hacer un reclamo en Telefónica (por poner un ejemplo estúpido) y que te digan que se te cortó el servicio porque la cuadrilla de tu barrio es poco profesional.

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  7. ¿De qué se quejan? En algunos diarios, cuando había correctores, los periodistas no dejaban de tratarlos como se trata a un pariente pobre, con un desprecio fulminante, y no como a un compañero de laburo, y mucho menos (¡horror!) como a un trabajador de prensa. Los editores y periodistas, como los fotógrafos y los diseñadores, son los dueños del saber: enseñan sus artes en las universidades y escuelas y son los únicos que "saben" qué es, cómo se hace y cómo se debe hacer periodismo. Además, los correctores son unos giles, engrupidos, puristas del idioma... Mientras los escribas no se hagan un mínimo de tiempo para leerse con un mínimo indispensable de atención y de vergüenza, sin apelar a las excusas consabidas (que el cierre, que el editor, que el pasante, etc.), cualquier propuesta para reparar estas falencias queda invalidada. El medio es mediocre, es verdad, y cada día hace más duras las condiciones de trabajo, pero eso no significa ni que uno esté condenado a la mediocridad, ni que deba contentarse con hacer mal su trabajo.

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  8. Que el periodismo de aquí es berreta, no es noticia. Sólo puede apuntarse como tendencia su evidente descenso a los infiernos.
    Que los periodistas son cada vez más berretas, egoístas, analfabetos, miserables, tampoco escapa a nadie (menos a ellos, nosotros si se prefiere).
    Todo eso es cierto.
    Ahora bien:
    -cuál es el sentido del diario, el noticiero o el programa de radio (de nuestros diarios, radios, de nuestra tele)
    ¿Para qué sirven? ¿A quién sirven? ¿Nos anestecian? ¿Nos deberían importar? ¿Podemos pasar los días sin hablar de noticias que a nadie importan, que no son ciertas, que, sin embargo, son de lo único que hablamos?

    En este periodismo de estos periodistas, los regalos y la ortografía son una broma enorme, un hobby, como el coleccionista de soldaditos de plomo.

    (BIENVENIDO!! PAPIPO)

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  9. Papipo, te lo imaginás a Nelson haciendo... algo?

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  10. con todo respeto, Papipo, pero, la verdad, siento que tu blog ya no es lo mismo antes que tu temporaria muerte.
    antes había como una furia informativa, un vendaval que arrasaba al lector con información y alguna opinión.
    hoy, en cambio, todo tiene un ritmo sosegado, cansino, y, lo peor, medido.
    como contenido.
    hasta podría decirse que te autocensuras (en el sentido de sofrenarte), a fin de que no te jodan (en el blog o en tu laburo) y puedas seguir.
    seguir, digamos, sin hacer olas.
    saludos

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  11. Marcelo, no sos el primero q me lo dice, pero te respondo:
    - estamos en verano aún y en las redacciones, salvo algunas excepciones como Perfil, no pasa nada.
    - una de las razones por las que había matado la primera versión era x la falta de tiempo, situación que sigue ahora.
    - Estoy filtrando más la información y mis impulsos de postear porque el grado de exposición que ahora tiene el blog y la marca Papipo (jiji ji) no es el mismo que antes.

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  12. Supongo que la solución a las faltas de ortografía (y a las construcciones imposibles que se escuchan en los noticieros) pasa por tener un poco de humildad.

    Algunos periodistas se creen únicos dueños de la verdad, al punto de manipular hasta el idioma.

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  13. en MYRIADES 1 (www.myriades1.com) tenemos corrector, y no tenemos hacia él (un hombre sumamente culto y capacitado para esta tarea) esa actitud que describen en algunos comentarios. aceptamos, discutimos, y tomamos en consideración sus observaciones. por supuesto que no contamos con las limitaciones de los "grandes medios" pero sí somos parte del periodismo, y me parece bueno remarcar las excepciones cuando se cae en estas generalizaciones.

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  14. Nuestra tarea, la de los correctores, es imprescindible en un contexto de pauperización educativa y profesional. Pero al parecer, pocas empresas lo ven, y menos son las que están dispuestas a pagar nuestro trabajo. (De pagar bien, ni hablemos.)

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